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Exposición Museo del Prado - Fundación AXA

Reversos

Museo Nacional del Prado. Madrid 7/11/2023 - 3/3/2024

Hasta el 3 de marzo de 2024, el Museo del Prado y la Fundación AXA emprenden un viaje que atraviesa la superficie brindando la contemplación de una fascinante realidad: la cara oculta de las obras de arte, su reverso.

Junto a obras de la colección del Prado, que descubren el resultado de un largo proceso de investigación sobre sus reversos, se exponen generosos préstamos de instituciones nacionales e internacionales como Assemblage i graffiti, 1972 (Assemblage y graffti) de Antoni Tàpies procedente de la Fundación Telefónica; Cosme I de Médici de di Cosimo, il Bronzino, de la Colección Abelló; el Autorretrato como pintor de Van Gogh procedente del Van Gogh Museum de Ámsterdam; Artista en su estudio de Rembrandt, del Museum of Fine Arts de Boston; o La máscara vacía de Magritte del Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf, alcanzando casi el centenar de obras expuestas.

El espacio de la exposición, comisariada por el artista Miguel Ángel Blanco, —con las salas A y B del edificio de Jerónimos por primera vez pintadas de negro— propone un recorrido abierto que da la máxima libertad a la relación espacial con las obras, sin jerarquías ni ordenación cronológica, dando entrada a artistas contemporáneos como Vik Muniz, Sophie Calle o el propio Miguel Ángel Blanco con tres libros-caja de la Biblioteca del Bosque.

Partiendo de la contemplación de Las Meninas, en la que el reverso del enorme lienzo en el que trabaja Velázquez ocupa una elevada porción de su superficie, el artista contemporáneo Miguel Ángel Blanco, como comisario de esta exposición, plantea un singular acercamiento a la pintura dando la vuelta a las obras para propiciar en el visitante una relación nueva y más completa con los artistas que han creado las 98 obras seleccionadas.

Hasta hoy se han realizado numerosos estudios sobre obras individuales cuyas traseras resultan de interés por una u otra razón, y algunos museos han explorado de manera parcial esta dimensión a través de pequeñas exposiciones en las que han dado la vuelta a algunas de las obras que poseen. Pero ha sido el Museo Nacional del Prado, con la colaboración de la Fundación AXA, el que se adentra en ella con la ambición requerida, no solo haciendo una revisión integral del reverso de sus colecciones sino también localizando en algunos de los más importantes museos del mundo ejemplos de cómo se puede enriquecer la apreciación de las obras de arte cuando su contemplación no se limita al frente.

Esta exposición, estructurada en capítulos que tratan diferentes aspectos relacionados con las traseras, acogerá autores que por vez primera se exponen en el Prado como Van Gogh (1853-1890), René Magritte (1898-1967), Lucio Fontana (1899-1968), Pablo Palazuelo (1915-2007) , Antoni Tàpies (1923-2012), Sophie Calle (1953), Vik Muniz (1961), Michelangelo Pistoletto (1933) y José María Sicilia (1954) o Wolfgang Beurer (f. 1480-1504), Louis-Léopold Boilly (1761-1845), Carl Gustav Carus (1789–1869), Vilhelm Hammershøi (1864–1916), Martin van Meytens (1695-1770), Wallerant Vaillant (1623-1677), Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) y Max Liebermann (1847-1935).

Arranca con El artista tras el lienzo, atravesando esa puerta dimensional que nos señala Velázquez en el enigmático dorso del cuadro que pinta en Las meninas, con una sección sobre representaciones de reversos de cuadros en los talleres de los pintores. Estos, a menudo, se autorretratan tras uno de ellos pero incluso cuando no aparecen asociados tan directamente al trabajo del artista, tienen una presencia muy destacada en ese entorno, como objetos de especial significación en los estudios de los pintores.

La representación del reverso regresa en Esto no es una trasera, capítulo en el que parafraseando a Magritte, reúne algunos trampantojos que representan reversos de pinturas. Se trata de un asunto meta-artístico que demuestra la gran significación que para los artistas podía llegar a tener la cara escondida de las obras, en la que se imitan las notas, inscripciones, dibujos, etc., que es habitual encontrar en ella.

Uno de los elementos que integran el soporte pictórico protagoniza la segunda sección: El bastidor como cruz. Esa estructura invisible del cuadro es usualmente una cruz de madera que, entre otras cosas, permite agarrarlo cuando va a moverse de lugar. Cuando el artista –en un gesto que forma parte de su cotidianidad y que incide en esa consideración del cuadro como objeto tridimensional que estamos explorando– carga con la cruz del bastidor para trasladar dentro del taller o llevarla al exterior, para pintar al aire libre, interpreta una especie de vía crucis que simboliza los esfuerzos y las penalidades del trabajo artístico.

El capítulo central de la exposición, Caras B, se dedica a las obras que pueden calificarse como “bifaces”. En ellas, el reverso tiene entidad artística y complementa la imagen principal en diversas modalidades. Puede mostrar la espalda de una figura que se veía de frente, un paisaje o una escena alegóricos que matizan el sentido de la representación principal, información heráldica, temas religiosos vinculados, retratos… Se añaden algunas obras en las que el reverso expone huellas del proceso de creación, con dibujos, esquemas geométricos o caprichos expresivos en El lado oculto.

En Más información al reverso se aborda un problema clásico en la pintura. A pesar de que palabra e imagen convivieron con cierta facilidad hasta la Edad Media, llegó el momento en que los artistas confiaron a la segunda todo el peso de la narración. Y cuando necesitaron transmitir datos, identificar temas o personajes, incluir textos accesorios o comentarios sobre la realización de la obra, lo hicieron casi siempre escribiendo en la trasera.

La información puede haberse añadido posteriormente, en forma de etiquetas y sellos que ayudan a trazar la historia de las obras: las colecciones a las que pertenecieron, los palacios que decoraron, los viajes que realizaron, las intervenciones de conservación que sufrieron…

Otras veces, como en Ornamentos y fantasmas, se descubren en los reversos historias contenidas en los propios materiales: telas que tuvieron usos domésticos o que dan cobijo a involuntarios fantasmas que aparecen al ser traspasadas por los aceites. Por otra parte, en Pliegues, cortes y recortes, las antiguas restauraciones y las modificaciones que se efectuaron para adaptar las pinturas a nuevas ubicaciones o nuevos usos, quedan a la vista en reversos que incluyen remiendos, recortes o dobleces que condenan de cara a pared una parte de la imagen.

Es fácil simplificar la experiencia de “enfrentarse” a un cuadro como una cuestión de frentes: el de la obra y el espectador. Mirar la pintura implica situarse ante ella con la cara “principal”, en la que están los ojos. Pero hace tiempo ya que se entiende la experiencia del arte como algo más físico; todo el cuerpo, en todas sus dimensiones, participa de ella. Y tanto en las representaciones del artista trabajando en el taller como en la captación del público en acto de contemplación de las obras, en museos o exposiciones, es relativamente abundante que se nos muestren De espaldas, frente a la pintura. Dados la vuelta. Ellos miran de frente al arte pero el espectador los espía desde atrás, lo que provoca un dinámico juego de posiciones y de ocultación de miradas.

Por último, en Naturaleza de fondo, hemos investigado en la colección del museo qué materiales más o menos inusuales han servido de soporte a la pintura a lo largo de los siglos y hemos encontrado cobre, hojalata, pizarra, alabastro, corcho, ladrillo, porcelana o marfil. Y lo que siempre hay en las traseras es polvo. Se limpia regularmente pero las obras más grandes y pesadas se mueven con menor frecuencia. Hace poco, el Museo del Prado retiró de la pared la Transfiguración del Señor de Giovanni Francesco Penni, lo que fue aprovechado por Miguel Ángel Blanco para recoger el polvo acumulado, con el que ha realizado tres libros-caja para su Biblioteca del Bosque, que cierran el recorrido.

Comisario:
Miguel Ángel Blanco

Acceso

Sala A y B. Jerónimos

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Con el patrocinio de:
Fundación AXA

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Exposición

La exposición

En Las Meninas, Velázquez nos mira desde detrás de un gran lienzo del que solo vemos la trasera y que ocupa buena parte de la superficie pictórica. Con esa tela clavada a un bastidor de madera el pintor nos habla de la imagen como artificio y nos abre una puerta hacia una dimensión secreta.

Esta exposición va más allá de la simple acción de girar los cuadros. El Museo del Prado hace con ella una reevaluación integral de los reversos de sus colecciones e identifica en otros grandes museos elocuentes ejemplos que demuestran cómo se enriquece la apreciación de las obras de arte cuando no nos limitamos a mirarlas de frente. Contempla cuestiones que nunca se habían hecho confluir y en las que tienen cabida también interpretaciones imaginativas: la aparición del envés como motivo pictórico en dos subgéneros, el del autorretrato del artista tras el lienzo y el de la representación del reverso en trampantojo; la lectura poética del bastidor como cruz; las pinturas a doble cara; la trasera como campo de pruebas y de expresión subjetiva; la valoración estética de la materialidad de las obras, o el asunto del espectador mostrado de espaldas, que nos hace tomar conciencia de las particulares relaciones espaciales que se generan en la interacción con el arte.

Al voltear las obras, pervirtiendo así su frontalidad convencional, y al obligarnos a rodearlas asumiendo como espectadores un rol más activo, insertamos en el museo experiencias contemplativas que reivindican ese lado de la pintura al que no llega la luz.

El artista tras el lienzo

El artista tras el lienzo

Vilhelm Hammershøi. Interior con el caballete del pintor, 1910. Óleo sobre lienzo. Copenhague, SMK, National Gallery of Denmark, KMS7444

En las décadas centrales del siglo XVII se consolida una forma de autorretrato que pervive hasta hoy: el pintor se presenta en el taller, detrás de un cuadro en el que está trabajando y del que vemos solo su reverso. La reproducción fiel de la trasera de Las Meninas que hace Vik Muniz nos invita desde la entrada a un giro físico y conceptual, y se pone en relación con la inédita presencia escultural del reverso sobre el caballete en las pinturas de Rembrandt y de Barent Fabritius, en las que no faltan elementos del atrezzo habitual del taller, como el tiento, la paleta en un clavo y los lienzos contra la pared, a los que aquí pres-tamos especial atención.

Aunque sea un elemento elocuente, el reverso puede quedar en el margen: Francisco de Goya, Vincent van Gogh, Ignacio Pinazo y José Villegas se sitúan junto a él, en sencillos formatos de medio cuerpo; más complejos son los juegos espaciales que propone, inspirándose en Las meninas, Max Liebermann. Pero, en soledad y sobre el caballete, el reverso puede llegar a sustituir la imagen del artista –hasta tal punto se asocia a ella–, como alter ego. Es lo que sucede en las obras de Carl Gustav Carus, Vilhelm Hammershøi y Michelangelo Pistoletto.

El bastidor como cruz

Los bastidores son uno de los componentes esenciales de los reversos, reales y representados. En las obras pequeñas forman rectángulos, reforzados en las esquinas; en las más grandes, se necesita una cruz para robustecerlos. Así, figuradamente, la cruz sustenta la imagen pictórica. La tela se sujeta con clavos al bastidor, se crucifica, y para transportar los cuadros los agarramos por el bastidor, portamos la cruz. François Bunel el Joven, Georgia O’Keeffe o Mark Rothko interpretan esa modalidad de viacrucis laico y artístico, y comparten así la condición penitencial del cuadro El alma cristiana acepta su cruz, de un anónimo francés. La acumulación de maderas que vemos en este se repite en la fotografía de Douglas Duncan del taller de Picasso, de cuyo Guernica –escena sacrificial– traemos parte del bastidor original, que es quizá el más castigado de la historia: un auténtico Ecce Homo.

Las circunstancias bélicas, como ilustran las fotografías del Louvre y del Prado en acciones de protección patrimonial, propician el movimiento y el volteo de obras, que desvelan su alma crucífera. Esta queda enfatizada asimismo en Antoni Tàpies, quien pervirtió a menudo el concepto y el uso de bastidores y cruces, y en Joan Miró, quien, en sus “telas quemadas”, dejó al descubierto la estructura oculta del cuadro.

Esto no es una trasera

Esto no es una trasera

Bernard van Orley. La Sagrada Familia / Trampantojo (reverso), 1522. Óleo sobre tabla. Madrid, Museo Nacional del Prado

También en el siglo XVII se instaura la representación del reverso en trampantojo, ya no como atributo del pintor sino como motivo protagonista. Francisco Gallardo se adhiere poco después a esa tradición con sus engaños metartísticos, dentro del subgénero del “rincón de taller”, y nos muestra parcialmente los reversos de las estampas o lienzos clavados sobre tablas que representa, en los bordes levantados o en desgarros. Este último recurso es utilizado por Louis-Léopold Boilly, que introduce una nota humorística y transgresora –a través de ese gato hambriento y ese leño que ha atravesado el cuadro– en un serio ejercicio de ficción. Nos sorprende igualmente que cuando André-Jacques-Victor Orsel dibujó el cartón preparatorio para su cuadro más exitoso se tomara la molestia de representar, detallando las vetas de la madera y los clavos, el bastidor al que habrían de sujetarse las telas proyectadas, quizá como parte de la planificación de la ejecución.

El título de este capítulo rinde homenaje a René Magritte, cuya presencia en él resulta imprescindible. Las palabras sustituyen a las imágenes en una enigmática obra que podemos entender como un reverso (en un bastidor irregular) que se apoya, como en tantas imágenes de talleres de artistas, sobre el suelo.

Caras B

Caras B

Martin van Meytens. Monja arrodillada (anverso y reverso), h. 1731. Óleo sobre cobre. Estocolmo, Nationalmuseum, NM 7036

El paragone, o duelo renacentista entre la pintura y la escultura, impulsó la realización de cuadros a doble cara en los que una o varias figuras eran vistas por detrás y por delante. Encontramos ecos tardíos de esa fórmula en la licenciosa obra de Martin van Meytens el Joven, pero también en las académicas, relacionadas con la enseñanza de la Anatomía, de Juan Bernabé Palomino y José López Enguídanos, que “resume” esa perspectiva desdoblada en una sola imagen.

No pocas de las obras bifaces más antiguas fueron tablas portátiles de devoción o formaron parte de dípticos plegables. Triunfó la tipología de los retratos con reversos que “adjetivaban” al sujeto a través de figuras o escenas religiosas o simbólicas, ilustrada aquí por los pintados por Wolfgang Beurer, un anónimo veneciano y el Maestro de la Leyenda de la Magdalena. Y la de las imágenes dobles de devoción, como las de Adriaen Isenbrandt, el Maestro de la Leyenda de Santa Catalina, un anónimo quizá español y un taller mexicano de enconchados, que nos muestran cómo podían “darse la espalda” representaciones con diferentes códigos (figuración pictórica convencional y escultura fingida), lenguajes (narración e icono) o géneros (religioso o histórico y paisajístico), estableciendo relaciones entre ellas en ocasiones enigmáticas.

El lado oculto

El lado oculto

Alumnos de Annibale Carracci. El Éxtasis de la Magdalena / Apuntes de figuras (reverso), 1585-1600 y antes de 1585. Lápiz negro, carboncillo, tinta sepia y óleo sobre tabla. Museo de Bellas Artes de La Coruña, depósito del Museo Nacional del Prado

Muchas de las imágenes que quedaron escondidas en los reversos por ser parte del proceso creativo y carecer de relevancia para la interpretación del anverso nos hablan sin embargo del método y la personalidad del artista. A veces se trata de composiciones acabadas o muy avanzadas que por una razón u otra este descartó, aprovechando el otro lado del lienzo. Las cuatro obras que ejemplifican esta costumbre –de Gregorio Fosman y un autor anónimo, Fernando Álvarez de Sotomayor, Ernst Ludwig Kirchner y Darío de Regoyos– tienen, casualmente, algo en común: de formato rectangular, la orientación de la imagen principal es distinta a la de la secundaria y, con excepción de la de Kirchner, cada cara corresponde a un género pictórico diferente.

Otro grupo de obras da testimonio del uso de los reversos para probar ideas o hacer anotaciones de un tipo u otro. En dos de las elegidas –de un anónimo italiano y de Rafael Hidalgo de Caviedes– tenemos, en dibujo, la misma imagen que protagoniza el anverso, quizá para testar la composición. Pero lo habitual es encontrar imágenes diferentes y hasta disonantes: Annibale Carracci esconde tras su pintura un palimpsesto de dibujos burlescos, Vicente Palmaroli pone de espaldas apuntes de paisaje y de figura, y Juan Antonio Benlliure reaprovecha un boceto de cuerpo femenino, ferozmente tachado, para autorretratarse.

Más información al reverso: inscripciones

Más información al reverso: inscripciones

Tiziano. La Dolorosa con las manos cerradas (reverso), 1554. Óleo sobre tabla. Madrid, Museo Nacional del Prado

En este capítulo realizamos un ejercicio de radicalidad, al poner gran parte de las pinturas con su anverso contra la pared. Subrayamos así las cualidades estéticas de las impremeditadas composiciones que forman marcos, bastidores, etiquetas, caligrafías…, y la frustración que, como espectadores, nos provoca la ocultación de la imagen que Las meninas anunciaba.

Las inscripciones más “pictóricas” apostillan las imágenes del anverso, como vemos en La Sagrada Familia de Bernard van Orley, en Tiziano o en un copista anónimo del siglo XVII, cuya obra, al igual que La Virgen de Lovaina de Van Orley, muestra la importancia que en ocasiones tenía preservar lo escrito, por ejemplo cuando se hacía una copia o se acometían tareas de conservación. Estas incluían el forrado de los lienzos, y a veces las notas de quienes ejecutaron esa labor han ayudado a trazar la procedencia de una obra, como en el caso de la de Orazio Gentileschi.

Tenemos sencillos testimonios de amistad de Antón Rafael Mengs a Nicolás de Azara y de Alejandro Ferrant a Francisco Pradilla, o más prolijos datos biográficos de autores, modelos y benefactores en las obras de Vicente López, Francisco Javier de Urrutia y Ricardo Balaca. Y corrosivos comentarios de Eugenio Lucas Velázquez, que demuestran que no solo emuló el estilo pictórico de Goya.

Más información al reverso: etiquetas y sellos

Más información al reverso: etiquetas y sellos

Salomon Koninck. Un filósofo (reverso), 1635. Óleo sobre tabla. Madrid, Museo Nacional del Prado

En casi todos los reversos de esta exposición se acumulan etiquetas y sellos, pero en este capítulo queremos llamar la atención sobre ellos. Incluso en una obra tan pequeña como la de Fra Angelico pueden sumarse inscripciones, lacres de la Casa de Alba, varias etiquetas de inventario o el sello de incautación de la Guerra Civil, también visible en el retrato anónimo de Alonso Cano, que lleva además estampillas de antiguas exposiciones en las que podemos seguir su historial de atribución.

Los coleccionistas más ambiciosos marcaban sus posesiones: vemos sellos o iniciales de Isabel de Farnesio en la copia de la obra de Bernardino Luini; del Príncipe de Asturias (el futuro Carlos IV) en el cuadro de Francisco Bayeu –con vestigios de sus viajes– y de Gaspar de Haro en el del Greco, que conserva además marcas de sus avatares en el mercado del arte. Pero las etiquetas que testimonian las existencias más accidentadas son las adheridas al cuadro de Salomon Koninck –con un obituario de prensa y señas de su inclusión en la famosa Stafford Gallery de Londres o de su posterior pertenencia a un marchante judío cuya colección fue confiscada por los nazis– y las que dan cuenta de los daños por fuego que sufrió el de Andries van Eertvelt en el domicilio de un ministro franquista.

Pliegues, cortes y recortes

Pliegues, cortes y recortes

Zacarías González Velázquez. Dos pescadores, uno con caña y otro sentado (reverso), 1785. Óleo sobre lienzo. Madrid, Cuartel General del Ejército, depósito del Museo Nacional del Prado

Las traseras esconden, en forma de recortes y pliegues, evidencias de operaciones de conservación o de adaptación de las pinturas a nuevas ubicaciones. Las tablas de madera rajadas se “cosen”, como vemos en la de Andrea del Sarto, mediante travesaños y colas de milano en las que hoy vemos composiciones impremeditadas. Lo mismo cabe decir –y así lo subraya la resonancia visual que introduce el cuadro de Pablo Palazuelo– de los dobleces y recortes guardados al dorso de los frescos de Francesco Albani para las pechinas de la iglesia romana de Santiago de los Españoles, producto de la recuperación de su original forma oval a partir de los lienzos rectangulares a los que se trasfirieron cuando fueron arrancados.

Al dar la vuelta a un cartón para tapiz de Zacarías González Velázquez descubrimos una franja de pintura que se plegó en algún momento sobre el bastidor para encajar la obra en un lugar más estrecho. Lo contrario se hizo en otro modelo para tapiz, en este caso de Rubens: añadir a la tabla, por sus cuatro lados, un engatillado con ornatos arquitectónicos que se retiró hace poco y ahora enmarca la ausencia de la imagen. Y sobre otra ausencia de representación, el monocromo, Lucio Fontana ejecuta un acuchillamiento de la pintura que abre una grieta al espacio tenebroso detrás del cuadro.

De espaldas, frente a la pintura

De espaldas, frente a la pintura

Wallerant Vaillant. Joven copiando un cuadro en su estudio, h. 1670. Óleo sobre tabla. Londres, Guildhall Art Gallery, City of London, bequeathed by Lord Samuel, 1987, 3765

Cuando el espectador (o el artista) se sitúa frente a un cuadro, olvida la realidad circundante y le da la espalda: exhibe su propio “reverso”. Ya en el taller se produce esa situación, como reflejan Wallerant Vaillant cuando espía a un aprendiz que copia una pintura, o Manuel Fernández Carpio, que observa a los marchantes que participan en la almoneda del estudio de un pintor del siglo XVIII. Pero el gran protagonista de este capítulo es el público convertido en asunto artístico, que no se nos muestra de frente sino mirando al fondo, enfrascado en la contemplación de las obras.

El dispositivo callejero del mondo nuovo sirve a Giandomenico Tiepolo para caracterizar el ansia de espectáculo de la masa ciudadana moderna, que no tiene rostro. Tampoco vemos el de la visitante del Isabella Stewart Gardner Museum que, a petición de Sophie Calle, se sitúa ante el marco de uno de los cuadros robados allí y describe lo que ve en ese vacío. Ni los del público de Versalles y el propio Museo del Prado, que Elliott Erwitt fotografía en tono humorístico, revelando las dinámicas espaciales y las actitudes características que desplegamos en los museos.

Ornamentos y fantasmas

Ornamentos y fantasmas

Atribuido a Orazio Borgianni. Reverso de Autorretrato (?), 1600-10. Óleo sobre lienzo. Madrid, Museo Nacional del Prado

Ciertos reversos presentan adornos significativos. Los hay que imitan otros materiales, según comprobamos en las tablas de Quinten Massys, con un hermoso marmoleado, o de Alejo Fernández, con una emulación más inhabitual de una piel, y los hay que complementan la imagen al otro lado, como en la puerta de tabernáculo de Juan de Juanes, en la que el cristograma que hoy queda de cara a la pared fue la cara siempre visible para los fieles.

La propia tela podía tener cualidades estéticas. Lo acreditan el “mantelillo veneciano” con figuras utilizado por Eugenio Cajés o, en clave geométrica, la “tela de colchón” sobre la que pintó José María Estrada. Y los tejidos menos densos, según los materiales y las condiciones de conservación, hacen emerger bellos fantasmas. Los aceites, en particular, se infiltran en el lienzo a través de la preparación y dibujan en los reversos, con perfiles inciertos, las figuras que vemos en los anversos. El más impresionante caso de fantasmagoría lo hallamos en la obra atribuida a Orazio Borgianni, y no le va a la zaga la de Vicente Palmaroli. Pero también en la escultura puede el reverso ser espectral: en el interior de la armadura de Carlos V fundida por Leone Leoni se dibuja un chorreante cuerpo ígneo.

Naturaleza de fondo

Las traseras nos descubren el ecosistema del museo: por doquier madera, fibras vegetales, hierro, aceites, resinas, biodeterioro,... pero también materiales inusuales –todos del reino natural– que los pintores usan a menudo propiciando su interacción con la imagen. Así, los soportes vítreos o pétreos que emplean Ciro Ferri (venturina), Agnolo Bronzino (pórfido rojo) y Francesco Pieri (pizarra) quedan a la vista en el anverso y funcionan como fondos de la pintura o de las ceroplastias de este último; y los soportes más transparentes permiten iluminar las miniaturas de Karl August Müller sobre porcelana o de Francisca Ifigenia Meléndez y Heinrich Friedrich Füger sobre marfil, ambas ornadas con cabello humano.

Uno de los materiales más raros en el museo, también biológico, es el corcho, que empleó como soporte Alonso Sánchez Coello, y uno de los más usados el cobre, en pequeñas planchas que Jan van Kessel pintó por el anverso y, en un número de ellas, abocetó por el reverso, y donde las oxidaciones dibujan además una geografía espectral. Este adjetivo se adecúa a la “puerta” especular de José María Sicilia, un homenaje a Goya que cierra el recorrido iniciado a través de otra apertura dimensional, el reverso de Las meninas.

Miguel Ángel Blanco pone firma artística a la muestra con tres obras que transmutan el elemento más abundante en los reversos de los cuadros: el polvo. Cuando el Museo del Prado descolgó la copia de la gigantesca Transfiguración de Rafael, recogió el acumulado durante décadas de oscuridad en sus travesaños para convertirlo, haciendo eco al asunto de esta pintura, en luz.

Obras

Verso (Las meninas)
1
Verso (Las meninas)

Vik Muniz

Técnica mixta, 367,5 x 324 x 13 cm

2018

Cortesía del artista y de la galería Elba Benítez

Artista en su estudio
2
Artista en su estudio

Rembrandt Harmensz. van Rijn

Óleo sobre tabla, 24,8 x 31,7 cm

h. 1628

Boston, Museum of Fine Arts. Zoe Oliver Sherman Collection given in memory of Lillie Oliver Poor

3
Pintor en su estudio

Barent Fabritius       

Óleo sobre tabla, 72 x 54 cm

1655-60

París, Musée du Louvre, département des Peintures

Interior con el caballete del pintor
4
Interior con el caballete del pintor

Vilhelm Hammershøi                          

Óleo sobre lienzo, 84 x 69 cm

1910

Copenhague, SMK, National Gallery of Denmark

5
Caballete con lienzo

Michelangelo Pistoletto                      

Serigrafía sobre acero inoxidable, 250 x 125 cm

1962-75

Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

6
La ventana del estudio

Carl Gustav Carus

Óleo sobre lienzo, 29,2 x 23 cm

1823-24

Lübeck, die Lübecker Museen. Museum Behnhaus Drägerhaus

7
El taller del artista en la Puerta de Brandeburgo, Berlín

Max Liebermann

Óleo sobre lienzo, 68, 5 x 82 cm

1902

San Galo, Kunstmuseum St. Gallen, Ernst Schürpf-Stiftung, acquired 1951

8
Autorretrato como pintor

Vincent van Gogh     

Óleo sobre lienzo, 46,5 x 38,5 cm

1886

Ámsterdam, Van Gogh Museum (Vincent Van Gogh Foundation)

12
La máscara vacía

René Magritte

Óleo sobre lienzo, 73 x 92,5 cm

1928

Düsseldorf, Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen

13
El gato goloso atravesando la tela para comerse los arenques

Louis-Léopold Boilly             

Óleo sobre lienzo, 85 x 96 cm

h. 1800

París, Collection Farida et Henri Seydoux

14
Trampantojo literario

Francisco Gallardo                 

Óleo sobre lienzo, 64,2 x 85,2 cm

h. 1764

Madrid, Museo Nacional del Prado

15
Trampantojo de la castidad

Francisco Gallardo                 

Óleo sobre lienzo, 64,4 x 85,4 cm

h. 1764

Madrid, Museo Nacional del Prado

17
Confiscación de los enseres de la galería de un marchante

Atribuido a François Bunel el Joven                         

Óleo sobre tabla, 28,1 x 47 cm

1590

La Haya, Mauritshuis

18
Rothko cargando con un lienzo en su estudio (copia de exposición)

Alexander Liberman                            

h. 1964-68

Los Ángeles, Getty Research Institute (2000.R.19), © J. Paul Getty Trust

19
Evacuación de las obras del Louvre al comienzo de la II Guerra Mundial (copia de exposición)

Pierre Jahan               

1939

París, Archives des Musées Nationaux, © Pierre Jahan/Roger-Viollet

20
Una de las salas del Museo del Prado utilizadas como depósito de obras durante la Guerra Civil

Gelatina sobre papel, 228 x 304 mm

h. 1939

Madrid, Museo Nacional del Prado

21
Picasso con Jacqueline Roque, firmando sus obras en La Californie (copia de exposición)

 

David Douglas Duncan

1960

París, photo © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / image RMN-GP/ © David Douglas Duncan, Harry Ransom Center, The University of Texas at Austin; © Succession Picasso–Gestion droits d’auteur

22
Georgia O’Keeffe (llevando dos lienzos) (copia de exposición)

Alfred Stieglitz                         

h. 1921

Santa Fe, N. M., Photo Georgia O’Keeffe Museum, Santa Fe/Art Resource/Scala, Florence

23
Travesaños del bastidor original de Guernica de Picasso

Madera

1937

Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

24
Ensamblaje con grafiti (Assemblage amb graffiti)

Antoni Tàpies                            

Técnica mixta, hierro y estopa sobre madera, 208 x 190 cm

1972

Cortesía de Fundación Telefónica

25
Tela quemada 4

Joan Miró      

Acrílico sobre tela cortada y quemada, 130 x 195 cm

1973

Barcelona, Fundació Joan Miró. Donación de Pilar Juncosa de Miró

Monja arrodillada
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Monja arrodillada

Martin van Meytens               

Óleo sobre cobre, 28 x 21 cm

h. 1731

Estocolmo, Nationalmuseum

28
Familia de esqueletos

José López Enguídanos       

Óleo sobre lienzo, 101 x 70 cm

h. 1800

Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

29
Johann von Rückingen (?) / Personaje con escudo de armas

Wolfgang Beurer      

Óleo sobre tabla, 37,3 x 27,5 cm

1487

Madrid, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

30
Retrato de un hombre como san Andrés / San Sebastián

Atribuido al Maestro de la Leyenda de la Magdalena                     

Óleo sobre tabla, 28,2 x 19,7 cm

h. 1480

Madrid, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

31
La Virgen del sitial de mármol / Calavera en un nicho

Adriaen Isenbrandt               

Óleo sobre tabla, 28 x 21 cm

1501-25

Madrid, Museo Lázaro Galdiano

32
Retrato de hombre (¿Giulio Mellini?) / Paisaje con un naranjo y escudos de armas

Artista anónimo veneciano (antes atribuido a Marco Marziale)

Óleo sobre tabla, 36 x 25 cm

1493-1507

París, Musée du Louvre, département des Peintures

36
Batalla de Cholula / Aves en un humedal

Juan y Miguel González

Óleo, temple y nácar sobre tabla, 116 x 49,3 cm

h. 1698-1701

Colección particular

37
Cristo con la cruz a cuestas

Anónimo italiano

Mármol, 69 x 52 x 6 cm

1501-25

Madrid, Museo Lázaro Galdiano

El Éxtasis de la Magdalena / Apuntes de figuras
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El Éxtasis de la Magdalena / Apuntes de figuras

Annibale Carracci y alumnos

Óleo sobre tabla / lápiz negro, carboncillo, tinta sepia y óleo sobre tabla, 37,5 x 29,5 cm

1585-1600 / Antes de 1585.

La Coruña, Museo de Belas Artes da Coruña, depósito del Museo Nacional del Prado

41
Sátiro y ninfas / Retrato de señora

Fernando Álvarez de Sotomayor                  

Óleo sobre tabla, 54,5 x 63 cm

1924 / antes de 1924

La Coruña, Museo de Belas Artes da Coruña, depósito del Museo Nacional del Prado

42
Eternos caminantes

Rafael Hidalgo

Carboncillo sobre lienzo, 180 x 245 cm

h. 1915

Granada, Museo de Bellas Artes de Granada, depósito del Museo Nacional del Prado

43
Valmaseda / Autorretrato

Darío de Regoyos

Óleo sobre tabla, 46,1 x 37,9 cm

1895 / h. 1901-5

Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias

44
Paisaje / Apunte de muchacha sentada leyendo

Vicente Palmaroli    

Óleo sobre tabla, 41,8 x 24,3 cm

h. 1884

Jaén, Museo de Jaén, depósito del Museo Nacional del Prado

45
Desnudo de rodillas ante un biombo rojo / Desnudo sentado con pierna doblada

Ernst Ludwig Kirchner        

Óleo sobre lienzo, 75,5 x 56,7 cm

1911-12 / 1921-23

Madrid, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

48
Reverso de La Virgen del Milagro de Cocentaina

Copia de una pintura anónima del siglo XV

Siglo XVII

Óleo sobre tabla, 41 x 32 cm.

Alcalá de Henares, Museo Casa Natal de Cervantes, depósito del Museo Nacional del Prado

52
José Robles. Gastador del Regimiento de Murcia

Francisco Javier de Urrutia              

Óleo sobre lienzo, 72 x 62,5 cm

1841

Madrid, Museo Nacional del Romanticismo

67
Sin título II

Pablo Palazuelo

Óleo, 124 x 88 cm

h. 2004

Madrid, Fundación Pablo Palazuelo

68
Añadido del siglo XVIII retirado de Los defensores de la Eucaristía de Pedro Pablo Rubens

(h. 1625, óleo sobre tabla, 86,8 x 91 cm.)

Madrid, Museo Nacional del Prado

69
Concepto espacial. Espera

Lucio Fontana

Acrílico sobre lienzo, 116 x 89 cm

1960

Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

77
Interior de la armadura de Carlos V y el Furor de Leone Leoni

(1551-55, bronce fundido, 91,5 x 75 x 26,5 cm)

Madrid, Museo Nacional del Prado

Joven copiando un cuadro
80
Joven copiando un cuadro

Wallerant Vaillant

Óleo sobre tabla, 31,6 x 39,5 cm

h. 1670

Londres, Guildhall Art Gallery, City of London

81
¿Qué ves? La tempestad sobre el mar de Galilea. Rembrandt

Sophie Calle                

Fotografía a color, texto, marcos (metacrilato y marcos metálicos), 68 x 101 (x2) cm

2013

Cortesía de la artista y de Perrotin

82
Versalles, Francia

Elliott Erwitt               

Fotografía (copia de exposición)

1975

Austin, TX., Harry Ransom Center, University of Texas, © Elliott Erwitt/Magnum Photos/Contacto

83
Madrid, Museo del Prado

Elliott Erwitt               

Gelatinobromuro de plata sobre papel, 37,7 x 55,8 cm

1995 (copia de 2002)

Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

86
Cosme I de Médici

Agnolo di Cosimo, il Bronzino

Óleo sobre pórfido rojo, 16,6 x 13,5 cm

h. 1560

Colección Abelló

87
La Caridad, La cananea (reverso), San Sebastián y las santas mujeres y La Virgen del Passeggio

Francesco Pieri

Cera modelada y teñida sobre pizarra, 23,5 x 19 cm. (c.u.)

1734-66

Madrid, Museo Nacional de Artes Decorativas

90
Muestrario de piedras duras

Siglo xviii, 28 x 48 x 3 cm.

Madrid, Museo Nacional de Artes Decorativas

93
Retrato de dama con tocado de plumas (caja)

Francisca Ifigenia Meléndez

Gouache sobre marfil, carey, metal, cristal y cabello, 82 mm. diám; 29 mm

h. 1800

Madrid, Museo Nacional del Romanticismo

94
Las Cuatro Partes del mundo, selección de escenas y reversos pintados

Jan van Kessel el Viejo

Óleo sobre lámina de cobre, 17 × 23 cm. (cada uno)

1660-66

Madrid, Museo Nacional del Prado

95
Eco. Devórame

José María Sicilia     

Bronce, 200 x 100 x 2,5 cm

2009

Colección Barón Guillaume Kervyn de Volkaersbeke

96
Libro-caja 1204 de la Biblioteca del Bosque. Polvo de la Transfiguración I. Amanecer

Miguel Ángel Blanco

8 pp. de papel de fibras vegetales y papel de corteza de Lokte sumergido en aceite de linaza con frotaciones del reverso de la tabla.
Caja: polvo acumulado en el reverso de La Transfiguración del Señor de Giovanni Francesco Penni y Giulio Romano (Museo del Prado), astillas de madera de chopo con carcoma de la tabla original y gotas de resina de pino silvestre sobre pan de oro.

11 de julio de 2020, 30 x 30 x 3,3 cm.

Miguel Ángel Blanco, Biblioteca del Bosque

97
Libro-caja 1205 de la Biblioteca del Bosque. Polvo de la Transfiguración II. Crepúsculo

Miguel Ángel Blanco

6 pp. de papel Fabriano verjurado y papel cebolla con frotaciones del reverso de la tabla.
Caja: polvo acumulado en el reverso de La Transfiguración del Señor de Giovanni Francesco Penni y Giulio Romano (Museo del Prado), astillas de madera de chopo antiguo utilizada en la restauración del soporte, gotas de resina de araucaria y de pino silvestre sobre pan de oro y colofonia.

12 de julio de 2020, 11,15 x 22 x 3 cm.

Miguel Ángel Blanco, Biblioteca del Bosque

98
Libro-caja 1206 de la Biblioteca del Bosque. Polvo de la Transfiguración III. Noche

Miguel Ángel Blanco

6 pp. de papel negro con fibras de trapo y papel cebolla con frotaciones del reverso de la tabla.
Caja: polvo acumulado en el reverso de La Transfiguración del Señor de Giovanni Francesco Penni y Giulio Romano (Museo del Prado) sobre óleo negro.

13 de julio de 2020. 15 x 22 x 4 cm.

Miguel Ángel Blanco, Biblioteca del Bosque

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